Y nos fuimos para Triana. En primer lugar, y como me aconsejó mi amigo Pablo, visitamos Santa Ana a la que mi amigo denominó "Catedral del Arrabal". Allí uno de los encargados del control de entrada al Templo nos explicó con todo lujo de detalles cada uno de los rincones del templo y pudimos contemlar el paso dela Virgen del Carmen ante el altar, que volvía a procesionar por el barrio tras muchos años sin hacerlo.
De Santa Ana a la Capilla de los Marineros y de allí a la Hermandad de la O y después a ver al Cachorro.
No dio tiempo a más. Pero antes de despedirnos de la capitad hispalense no podíamos dejar de visitar su magnífica Catedral y subir a la Giralda para poder observar Sevilla desde un lugar privilegiado.
Una lástima que San Salvador nos lo encontramos cerrado.