sábado, 3 de febrero de 2018

Las Candelas en Oviedo.

Ayer se celebraba en el benedictino Monasterio de San Pelayo la Festividad de la Presentación del Señor, las Candelas.

Lucas 2,22-38 
Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: "Todo varón primogénito será consagrado al Señor" y para ofrecer en sacrificio "un par de tórtolas o dos pichones", conforme a lo que se dice en la Ley del Señor. Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.


De la misma manera ayer fueron presentados 30 niños en el Monasterio de las Pelayas que se quedó pequeño para acoger a tanto infante, madres , padres , abuelos, familia y pueblo fiel que quiso acompañarles.

Oviedo es ciudad de tradiciones y esta es una de las más bonitas y arraigadas que cada año cuenta con la presencia de numerosos niños y el Monasterio de San Pelayo un enclave histórico en nuestra ciudad. En su sala Capitular se inicia esta tradicional festividad, allí son recibidos los pequeños y bendecidos por el Sacerdote. De allí se pasa al Claustro central del Monasterio, del S. XVII,  donde se realizará la tradicional Procesión de las Candelas para acabar en el Templo y celebrar la Eucaristía, en la que el celebrante va presentando individualmente a cada uno de los niños llamándoles por su nombre ante el altar. Una tarde fría y lluviosa de febrero que no restó público al acto.

Os recordamos que hoy se celebra San Blas en el Monasterio de San Pelayo. La reliquia de San Blas llegó a este Monasterio cuando el Ayuntamiento de Oviedo expulsó del Monasterio de Santa María de La Vega, de malas formas, a la comunidad hermana benedictina que ocupaba aquellos terrenos desde hacía más de 600 años. Las monjas de La Vega  fueron acogidas en el Monasterio de San Pelayo y con ellas se llevaron la Reliquia del Santo.  Allí falleció la última hermana de la Comunidad de Santa María de La Vega en el año 1898. Son pues las hermanas benedictinas de San Pelayo las herederas de las de La Vega, algo que debería recordar nuestro Consistorio ahora que está empeñado en recuperar los terrenos de la Vega y devolver a las benedictinas lo que les fue arrebatado con engaños.

Lo dicho, hoy es San Blas y tanto si tenéis problemillas en la garganta o, como nosotros sois golosos, podéis acercaros hasta Las Pelayas y adquirir las riquísimas rosquillas de San Blas.

Aquí os dejamos un pequeño reportaje de la celebración de las Candelas. Y para saber más de las Candelas en Oviedo nada mejor que volver a leer uno de los estupendos artículos de Carlos Fernández Llaneza sobre el tema:

LA ROMERÍA DE LAS NARANJAS: SOBRE LA CELEBRACIÓN DE LA FIESTA DE LAS CANDELAS EN LA CIUDAD 
DIARIO LA NUEVA ESPAÑA 8-2-2016

 "Pues sí. De las naranjas. Y en esta tierra de pomares. La primera del calendario festivo local: el 2 de febrero. También conocida como fiesta de "las Candelas", heredera de la "festa candelarum" romana. Festividad litúrgica de la presentación del Señor en el templo y de la purificación de la Virgen.

Se celebraba en el entorno del convento de San Pelayo por donde se ponían puestos de naranjas que se extendían por la muralla hasta la calle del Águila. A ella se refiere Palacio Valdés en su obra "La novela de un novelista": "Asturias no es país de naranjos, pero a la orilla del mar, por la parte de oriente, crecen algunos que dan una fruta bastante aceptable, sobre todo si se la come con azúcar. El día de la Candelaria llegan a Oviedo por la carretera de Gijón muchos carros y se establece en esta carretera un lucido paseo. No tiene más que un inconveniente y es que el camino por aquella parte ofrece una fuerte pendiente, lo cual le hace imposible para los asmáticos". Era ocasión propicia para llevar la fiesta más allá de sus límites naturales y, como nos recordaba Carmen Ruiz-Tilve en uno de sus imprescindibles "Pliegos de Cordel" allá por 1996: "La fiesta, para unos, estaba en el taberneo interminable por la zona; para otros, frecuentemente mujeres, en el paseo que se animaba hasta la Noceda y Jovellanos. Y para otros, la chavalería, en las batallas en las que se enzarzaban, desde sus acuartelamientos en la plaza de Feijoo, apuntando certeramente con los gomeros para lanzar contra los cogotes del prójimo perfumados dardos consistentes en mondos de naranja. En principio, los dardos de azahar solían ir dirigidos a las niñas, pero por la falta de precisión del arma primitiva y por las prisas, los papás y las mamás y las carabinas recibían la mayoría de los golpes".

 Hoy ya no hay puestos de naranjas. Ni los farolillos de papel que alumbraban, mortecinamente, las calles al atardecer. Pero nuestras Pelayas siguen manteniendo viva la llama de esta tradición y, como legatarias de ese acervo secular, cada año, tras el rezo de vísperas procesionan con velas (candelas) por el claustro del monasterio. Y en el ofertorio de la misa vespertina se cumple la tradición de presentar a los niños nacidos durante el último año. Para los campesinos este día era también como un alto en medio del invierno. Fecha idónea para que las reservas de alimentos, tanto para las personas como para el ganado, estuvieran promediadas; varios dichos se conservan de esta costumbre: "El día de les Candeles entremedien les ceberes: si tienes como teníes, comerás como decíes". Si se disponía, al menos, de la mitad de las provisiones no habría problemas ya que: "Por la Candelera mirarás la to panera, la del maíz y la de la yerba, si tienes como comisti, bien salisti". Caso contrario se podría pasar peor: "El día de la Candelera medirás tu yerba y cebera; si tienes como tuviste, comerás como comiste, si no, aprieta la trebolguera". Y en tiempos de ausencia de partes meteorológicos también esta fecha ofrecía pistas: "Cuando la Candela chora, el invierno vai fuora, que chore que deixe de chorar, la mitá del invierno ta por andar". Por cierto, no vi cigüeña alguna el día 3, San Blas, que ya se sabe que por ese día la verás. Y si no la vieres, año de nieves. Así que no desesperen los esquiadores."