Después de varios años mojándose Nuestro Padre Jesús Nazareno pudo completar su procesión sin la presencia del líquido elemento.
Todo estaba dispuesto en Santo Domingo para que tras la llamada a la puerta del Templo las puertas se abriesen y comenzase a salir ordenadamente, con calma y ante la devota mirada de los cientos de fieles congregados en la plaza de los Dominicos, el cortejo procesional que acompañaría durante las cuatro horas siguientes al Nazareno de Oviedo por las calles de Vetusta.
Allí estaban los hermanos de la Cofradía de Nuestro Señor Jesús de la Redención de León, y de esta misma ciudad la Agrupación Musical de la Cofradía del Cristo del Gran Poder que acompañaría al paso con sus sones, así como los Gastadores y Banda de gaitas, cornetas y tambores de la R.I.LA.T Principe Nº 3 de Asturias. Al lado de ellos todos los representantes de las penitenciales de Oviedo, en ésta junto con la del Silencio y la Borriquilla las únicas procesiones donde estaban todos.
Volvía el paso a salir sobre los hombros de los 18 valientes que repartieron como pudieron los más de 800 kilos de peso del trono del Señor de Oviedo para ponerlo en la calle de forma emocionante y hacer lo mismo en la plaza de la Catedral para el Via Crucis... pero ambos momentos merecen sus entradas a parte.
