sábado, 29 de septiembre de 2012

La Fábrica de Armas de La Vega y la Cofradía del Silencio (II)


El pasado mes de agosto tras el anuncio  del cierre de la fábrica Armas de Oviedo, mi amigo Rafael García comenzó a escribir sobre la relación entre ésta y la Cofradía del Silencio de Oviedo. Hoy os dejo aquí la segunda entrega de este relato.



Conviene recordar , antes de leer éste, el primero de los artículos sobre el tema:
La Fábrica de Armas de La Vega y la Cofradía del Silencio (I)


La Fábrica de Armas de la Vega y la Cofradía del Silencio (II)
Por Rafael García Álvarez
Trabajador de la Fábrica de Armas y ex-abad de la cofradía del Silencio y Santa Cruz.      


A todos los que me precedieron, 
y que también tuvieron el gran honor 
de pertenecer a la plantilla de 
trabajadores de la Fabrica de Armas de la Vega
y a la Cofradía del Silencio.

En homenaje.
                                                              

En el capítulo anterior quedaban algunas dudas en el aire, dudas a las que hoy, a la vista  de nueva información que ha llegado a mis manos, puedo dar una respuesta.
En Orden del miércoles (miércoles santo) 21 de Abril de 1943 en el artículo 3º, el Coronel-Director D. José Mª Fernández-Ladreda dice:
“Los aprendices de la Escuela de Formación Profesional Obrera residentes en Oviedo, realizarán la visita a los Sagrarios de la ciudad acompañados del Teniente instructor, mañana a las tres de la tarde.
El Viernes (Santo) a las 19 horas, la Banda de Cornetas y Tambores con dos Escuadras de gastadores de la Escuela de Formación Profesional Obrera, acompañarán a los pasos que saldrán de esta Fábrica.”
Queda patente, pues, que los aprendices estaban obligados a acudir, tal como sospechábamos y  podemos asegurar también que, ya, en aquella lejana fecha de 1943, los pasos de la parroquia de Santa Mª la Real de la  Corte que acudieron a la Procesión General del Santo Entierro de Cristo, salieron desde la Fábrica de Armas.


La Procesión del Silencio…

A partir de 1954 la Procesión del Silencio, organizada ya por la recién constituida Cofradía del Silencio, salía de la Fábrica de Armas y lo hacía, como es natural, por la puerta principal.
Sin embargo el paso de la Oración en el Huerto, debido a su gran tamaño, tenía que hacerlo a través de la puerta de forja que está situada unos metros más abajo, en la misma calle.
La primera parte del recorrido iba desde la Fábrica de Armas hasta la Iglesia de la Corte, allí  se incorporaba el clero y el resto de los pasos que, debidamente custodiados, esperaban en orden de procesión, cuidadosamente situados alrededor de la Plaza de Feijoo.

Debido a que las imágenes de la Cofradía, salvo la Oración en el Huerto,  estaban al culto durante todo el año en la iglesia de la Corte, es de suponer que serian los tronos vacíos los que se subirían, previamente, desde la Fabrica y muy posiblemente el día anterior, para proceder al montaje y adorno en la propia plaza de Feijoo puesto que en la iglesia no podrían entrar debido a su tamaño y al hecho de ir sobre ruedas.

La parte inicial del recorrido, desde la Fábrica hasta la Corte, no era oficial y la razón de hacerlo era que, durante todo el año, el paso de la Oración en el Huerto, los tronos, los hábitos de los cofrades y los enseres procesionales de la cofradía se guardaban en las instalaciones de la Fábrica.

Es difícil saber cuántos hermanos pudo llegar a  tener la Cofradía en sus mejores tiempos pero es importante tener en cuenta que, en los últimos años de la década de los 40, la plantilla de la Fábrica de armas estaba formada por más  de 2800 personas de los cuales más de 500 eran mujeres.
Naturalmente, no todos los que participaban en la procesión eran empleados de la Fábrica,  pero los que lo hacían, que eran unos cientos, lo hacían de manera voluntaria (en contra de lo que pudiera parecer)…
Orden del Viernes 29 de Octubre de 1943, “articulo 3º- Invitado por el Sr. Cura Párroco de Santa María la Real de la corte, para la procesión que en honor de Cristo Rey se celebrará el domingo 31 del corriente a las 5 y media de la tarde, se pone en conocimiento de los Sres. Jefes y Oficiales, Maestros y demás personal militar, empleados y obreros del Establecimiento que deseen asistir a la misma.”

La práctica totalidad de los hermanos de la Cofradía y su junta directiva eran jefes y obreros de la Fábrica de Armas y feligreses de la parroquia de la Corte, de hecho el coronel- director D. Antonio Uria Riu era, también, el hermano mayor de la Cofradía.
Aunque, lo cierto es que, esto no impedía que cualquier persona que estuviese interesada pudiera pertenecer a la Cofradía y ser hermano o hermana de pleno derecho. De hecho el documento del que hacía mención en el capitulo anterior, en su artículo 3ºdice: “También pueden ser cofrades, si lo desean, las personas de reconocida moralidad de costumbres y de prácticas religiosas, aunque no pertenezcan a las entidades expresadas”.

Los cofrades estaban obligados a pagar una cuota, “Articulo 10º.  Los cofrades pagarán una cuota mensual de una peseta”. Y es de suponer que a aquellos que fueran empleados del establecimiento se les descontaría del “jornal”. 


Días antes de la procesión, en el gran comedor de la Fábrica, las trabajadoras que, por aquel entonces, como ya hemos visto, eran una parte muy importante de la plantilla, habían ido colocando todos los enseres procesionales, sobre las numerosas mesas y centenares de sillas (cuatro por mesa) que allí había. Junto con los hábitos, que eran de color negro, colocaban, también los correspondientes capuchones, altos y bajos,  de colores blanco, verde, morado y rojo según acompañaran a uno u otro paso y por ese orden, puesto que ese era el orden de procesión.
La Cofradía del Silencio se caracterizaba por la riqueza de su patrimonio, por el buen gusto y los detalles que desplegaba en las procesiones, sus magníficos estandartes y atributos religiosos, además del gran valor artístico de sus imágenes.

En sus últimos años los miembros de la Junta directiva se distinguían del resto de los hermanos por que usaban capa blanca y capuchón alto del color del tramo, el hermano mayor usaba capuchón blanco. Las varas de mando estaban rematadas por el escudo de la Cofradía.
Los hermanos de fila portaban hachones eléctricos con una pequeña bombilla rizada y pila de “petaca”, utilizaban la consabida túnica negra y capuchón alto de raso, del color del paso al que acompañaban y con el escudo de la cofradía en el babero.

 Sin embargo los porteadores de los pasos (¿Cómo les llamarían?) usaban capillo bajo, este no era de raso y tampoco llevaba escudo y  en vez de cíngulo ceñían un cinturón del mismo color que el capillo. Todo ello, seguramente, con la intención de procurar comodidad y facilitar la visión a los que tenían que realizar el esfuerzo de llevar los pasos. Los pasos de esta Cofradía procesionaban sobre ruedas y los porteadores los empujaban desde el exterior y por supuesto, también, desde el interior.
Hemos de tener en cuenta que eran pasos de gran tamaño y muy pesados (no había aluminio), iban profusamente adornados e  iluminados con grandes faroles o como en el caso de la Virgen de la Amargura por una espectacular candeleria.



Toda la iluminación de los pasos llegó a ser eléctrica, al igual que los hachones de los hermanos de fila, y esto suponía un peso extra debido a las grandes baterías que tendrían que usar, no solo por el recorrido tan largo que hacían si no que también, y fundamentalmente, por la baja tecnología que había alrededor de los sistemas de acumulación e iluminación (no existía ni el LEED ni el ion-litio).

Todos los que participaban en la procesión se vestían en aquel comedor, que todavía hoy existe aunque no se utiliza como tal, y que se encuentra a la derecha del “castillo”.
Los participantes  formaban por tramos en la calle principal de la Fábrica, a lo largo de esta calle se situaban los hermanos de fila con sus hachones, faroles y estandartes, los porteadores de los pasos y sus escoltas, Policía Armada, Guardia Civil, Cabos-gastadores del cuartel del Milán y Escuadra de Gastadores de la escuela  de aprendices, todos ellos con sus uniformes de gala y en perfecto estado de revista.



Acompañaban la procesión (pese a ser de silencio) las bandas de cornetas y tambores del Cuartel del Milán y la de cornetas, tambores y gaitas de los aprendices de la Fabrica.
Para la ocasión la Escuadra de Gastadores de los aprendices luciría sus magníficos uniformes de gala, gorra de plato azul marino con el escudo de artillería y cordoncillo rojo, guerrera azul marino con una hilera de botones dorados, “cadetera” roja, guantes blancos, manoplas de charol blanco y cinturón con correajes también de charol blanco.  Y naturalmente el arma reglamentaria, el “Fusil Oviedo” que sería portado a la “funerala”.



Numerosos niños, casi todos hijos de obreros, participaban también en la procesión y lo hacían con habito negro, capellina del color correspondiente al paso que acompañaban y la cara descubierta.
La participación era tan numerosa que hacía casi imposible el que  los últimos pudieran ver a los primeros, sobretodo si tenemos en cuenta que la calle principal de la Fabrica tiene en su tramo final un poco de pendiente, de hecho ocurría  con frecuencia que, iniciada la procesión en su cabecera, aun estuvieran preparándose los tramos finales.
Sin embargo sospecho que la  organización era perfecta tal como cabria esperar de un establecimiento militar, sin duda, todos sabrían que hacer y donde ponerse en cada momento, y es de suponer que no serian instrucciones lo que se darían sino ordenes. Allí no mandaba todo el mundo, seguro.

El primer paso del que dispuso la Cofradía fue la Oración en el Huerto, heredado de la anterior etapa y que, como ya hemos visto, era el único paso que salía en la procesión del Silencio en los años anteriores. Era un paso espectacular por sus dimensiones, constaba de 5 imágenes a tamaño natural estructuradas en dos planos, en el de delante está Jesús Orante arrodillado, frente a Él el Ángel Confortador, elevado sobre un árbol, con el brazo derecho alzado y el dedo índice señalando al cielo y un Cáliz en su mano izquierda. En el plano inferior de atrás están los tres discípulos (los dormilones) Pedro, Santiago y Juan, este último mantiene una posición única.
El árbol sobre el que se situaba el Ángel (realmente el árbol se ponía detrás del Ángel) era natural y procedía de los terrenos y huertas que había en el recinto de la Fábrica, hay que recordar que  no existía la autopista “Y griega” y el muro exterior de la fábrica llegaba hasta el muro del cementerio de  la Iglesia de Santullano (San Julián de los Prados), como curiosidad decir que entre ambos muros había un estrecho camino que en la época resultaba un tanto peligroso.   
A este paso le correspondían los capuchones blancos (quizás era así como procesionaba en la etapa anterior a la Cofradía del Silencio).

En 1955 se incorpora a la procesión el paso de la Virgen de la Amargura (hoy Mª Santísima de la Amargura). Hasta hace un par de años desconocíamos el nombre del autor, sin embargo el testimonio de un buen amigo, que lo fue también del autor, me permite asegurar sin ninguna duda que es obra del escultor natural del concejo de Salas, Manuel García al que conocían como “Manolin el santeiru”. En aquellas fechas, La Virgen de la Amargura, salía tocada con manto de damasco rojo y saya blanca y era acompañada por capuchones de color rojo.


A partir de 1956 saldría también el paso de Santo Cristo de la Piedad acompañado de capuchones morados, que data del siglo XVIII y del que es autor Antonio de Borja. Para su salida procesional se construye en dependencias de la fábrica un majestuoso trono de madera tallada, en cuyas esquinas unas capillitas daban cobijo a cuatro pequeñas imágenes. Estaba iluminado por cuatro grandes faroles de marcado carácter barroco.
Esta imagen se encuentra actualmente en la segunda capilla lateral derecha de la Iglesia de Santa María la Real de la Corte.


Por último, en 1957, se incorpora el paso del Santo Cristo Flagelado (Nuestro Padre atado a la columna, que era como se le llamaba entonces), impresionante imagen de tamaño natural también tallada por el escultor Manuel García. Hoy en día  es el titular de la Cofradía, si bien no lo fue en la época anterior, curiosamente es la única imagen que no está representada en el escudo de la cofradía (Cruz, Cáliz y Corazón traspasado por siete puñales). Lo acompañaban los capuchones de color verde.


En la actualidad, estas imágenes, se encuentran  al culto, en la primera capilla lateral izquierda de la iglesia de la Corte, donde siempre las conocí y donde se puede ver también el antiguo escudo de la Cofradía del Silencio junto a la placa que conmemora la restauración de la capilla por parte de la cofradía en 1956, siendo hermano mayor de la misma el Coronel-director de la Fabrica D. Antonio Uria Riu.




Fue en esta década de los 50 en la que la Cofradía del Silencio, y el resto de cofradías ovetenses,  alcanzan sus momentos de mayor brillantez y prosperidad.
Es de destacar el enorme ritmo de crecimiento de la Cofradía del Silencio que, en solo cuatro años, logró poner en la calle cuatro pasos, cifra no alcanzada por ninguna otra cofradía, y centenares de capuchones con todo lo que eso conlleva, fabricación de tronos, hábitos, estandartes, faroles, hachones, varas…. ¡qué os voy a decir yo a alguno de los que leeréis esto!

Coincidiendo con la llegada en 1957, a la dirección de la Fabrica, del coronel D. Luis González Abela, quizás menos entusiasta de la Semana Santa que sus predecesores en el cargo, se detiene el vertiginoso crecimiento de la Cofradía, quedando en el camino otros dos pasos.
Con ellos se pretendía completar los misterios dolorosos del Santo Rosario, Jesús con la Cruz a cuestas y la Coronación de Espinas.

Entre 1959 y 1962 la Semana Santa de Oviedo alcanza importantes cotas de esplendor.
La Cofradía del Silencio comparte con la Cofradía del Salvador de los defensores de Oviedo y la Celeste, Real y Militar orden de Nuestra Señora  de la Merced la salida de su procesión en la tarde-noche del Jueves Santo. Acordando, las tres cofradías, el horario de salida de sus procesiones respectivas con el fin de realizar su paso, una detrás de otra, por la Plaza de la Escandalera, donde además se instalaba la tribuna de autoridades.
La primera en pasar por esta“carrera oficial” era la Cofradía de los Defensores de Oviedo, tras ella lo hacia el Silencio y ya por ultimo la Cofradía de la Merced, como diría aquel famoso matador de toros: “ en dos palabras… im – presionante”.

En 1959  se constituye la Empresa Nacional Santa Bárbara de Industrias Militares y le son concedidas las fábricas de procedencia militar, entre ellas está la de Oviedo que pasa a depender, definitivamente, de Santa Bárbara en 1962. Los directores y jefes seguirán siendo militares hasta la década de los ochenta, pero esto significaría  el principio del fin…

La Cofradía del Silencio y la Semana Santa ovetense conocieron su peor momento a finales de los años 60, coincidiendo, además de con otros importantes factores, con este cambio de titularidad. A partir de ese momento el número de pasos que la Cofradía del Silencio sacaba a la calle fue reduciéndose paulatinamente…
Y concretamente fue el año 1968 el último año que la Cofradía del Silencio salió con sus imágenes en su estación de penitencia, era director de la Fábrica el coronel D. Francisco García-Blanch Oltra.

Durante las siguientes décadas fue la  Fábrica de Armas la que almacenó todos los enseres de la Cofradía junto con documentos, tronos y alguna de las imágenes, lamentablemente la desidia de unos y la falta de interés de otros, hizo que la perdida fuera irreparable.
Imagen del paso de la Oración en el Huerto
                                                                                                          Pero esto ya es otra historia…