El pasado mes de agosto tras el anuncio del cierre de la fábrica Armas de Oviedo, mi amigo Rafael García comenzó a escribir sobre la relación entre ésta y la Cofradía del Silencio de Oviedo. Hoy os dejo aquí la segunda entrega de este relato.
Conviene recordar , antes de leer éste, el primero de los artículos sobre el tema:
La Fábrica de Armas de La Vega y la Cofradía del Silencio (I)
La Fábrica de Armas de la Vega y la Cofradía del Silencio (II)
Por Rafael García Álvarez
Trabajador de la Fábrica de
Armas y ex-abad de la cofradía del Silencio y Santa Cruz.
A todos los que me precedieron,
y que también tuvieron el gran honor
de
pertenecer a la plantilla de
trabajadores de la Fabrica de Armas de la Vega
y a la
Cofradía del Silencio.
En homenaje.
En el capítulo anterior quedaban algunas dudas en el aire,
dudas a las que hoy, a la vista de
nueva información que ha llegado a mis manos, puedo dar una respuesta.
En Orden del miércoles (miércoles santo) 21 de Abril de
1943 en el artículo 3º, el Coronel-Director D. José Mª Fernández-Ladreda dice:
“Los aprendices de
la Escuela de Formación Profesional Obrera residentes en Oviedo, realizarán la
visita a los Sagrarios de la ciudad acompañados del Teniente instructor, mañana
a las tres de la tarde.
El Viernes (Santo) a las 19 horas, la Banda de Cornetas y Tambores con dos Escuadras de
gastadores de la Escuela de Formación Profesional Obrera, acompañarán a los
pasos que saldrán de esta Fábrica.”
Queda patente, pues, que los aprendices estaban obligados
a acudir, tal como sospechábamos y
podemos asegurar también que, ya, en aquella lejana fecha de 1943, los
pasos de la parroquia de Santa Mª la Real de la Corte que acudieron a la Procesión General del Santo Entierro
de Cristo, salieron desde la Fábrica de Armas.
La Procesión del Silencio…
A partir de 1954 la Procesión del Silencio, organizada ya
por la recién constituida Cofradía del Silencio, salía de la Fábrica de Armas y
lo hacía, como es natural, por la puerta principal.
Sin embargo el paso de la Oración en el Huerto, debido a
su gran tamaño, tenía que hacerlo a través de la puerta de forja que está
situada unos metros más abajo, en la misma calle.
La primera parte del recorrido iba desde la Fábrica de
Armas hasta la Iglesia de la Corte, allí se incorporaba el clero y el resto de los pasos que,
debidamente custodiados, esperaban en orden de procesión, cuidadosamente
situados alrededor de la Plaza de Feijoo.
Debido a que las imágenes de la Cofradía, salvo la
Oración en el Huerto, estaban al
culto durante todo el año en la iglesia de la Corte, es de suponer que serian
los tronos vacíos los que se subirían, previamente, desde la Fabrica y muy
posiblemente el día anterior, para proceder al montaje y adorno en la propia
plaza de Feijoo puesto que en la iglesia no podrían entrar debido a su tamaño y
al hecho de ir sobre ruedas.
La parte inicial del recorrido, desde la Fábrica hasta la
Corte, no era oficial y la razón de hacerlo era que, durante todo el año, el
paso de la Oración en el Huerto, los tronos, los hábitos de los cofrades y los enseres
procesionales de la cofradía se guardaban en las instalaciones de la Fábrica.
Es difícil saber cuántos
hermanos pudo llegar a tener la
Cofradía en sus mejores tiempos pero es importante tener en cuenta que, en los
últimos años de la década de los 40, la plantilla de la Fábrica de armas estaba
formada por más de 2800 personas
de los cuales más de 500 eran mujeres.
Naturalmente, no todos los que
participaban en la procesión eran empleados de la Fábrica, pero los que lo hacían, que eran unos
cientos, lo hacían de manera voluntaria (en contra de lo que pudiera parecer)…
Orden del Viernes 29 de
Octubre de 1943, “articulo 3º- Invitado
por el Sr. Cura Párroco de Santa María la Real de la corte, para la procesión
que en honor de Cristo Rey se celebrará el domingo 31 del corriente a las 5 y
media de la tarde, se pone en conocimiento de los Sres. Jefes y Oficiales,
Maestros y demás personal militar, empleados y obreros del Establecimiento que
deseen asistir a la misma.”
La práctica totalidad de los
hermanos de la Cofradía y su junta directiva eran jefes y obreros de la Fábrica
de Armas y feligreses de la parroquia de la Corte, de hecho el coronel-
director D. Antonio Uria Riu era, también, el hermano mayor de la Cofradía.
Aunque, lo cierto es que, esto
no impedía que cualquier persona que estuviese interesada pudiera pertenecer a
la Cofradía y ser hermano o hermana de pleno derecho. De hecho el documento del
que hacía mención en el capitulo anterior, en su artículo 3ºdice: “También pueden ser cofrades, si lo desean,
las personas de reconocida moralidad de costumbres y de prácticas religiosas,
aunque no pertenezcan a las entidades expresadas”.
Los cofrades estaban obligados
a pagar una cuota, “Articulo 10º. Los cofrades pagarán una cuota mensual
de una peseta”. Y es de suponer que a aquellos que fueran empleados del
establecimiento se les descontaría del “jornal”.
Días antes de la procesión, en el gran comedor de la Fábrica,
las trabajadoras que, por aquel entonces, como ya hemos visto, eran una parte muy
importante de la plantilla, habían ido colocando todos los enseres
procesionales, sobre las numerosas mesas y centenares de sillas (cuatro por
mesa) que allí había. Junto con los hábitos, que eran de color negro,
colocaban, también los correspondientes capuchones, altos y bajos, de colores blanco, verde, morado y rojo
según acompañaran a uno u otro paso y por ese orden, puesto que ese era el
orden de procesión.
La Cofradía del Silencio se caracterizaba por la riqueza
de su patrimonio, por el buen gusto y los detalles que desplegaba en las
procesiones, sus magníficos estandartes y atributos religiosos, además del gran
valor artístico de sus imágenes.
En sus últimos años los miembros de la Junta directiva se
distinguían del resto de los hermanos por que usaban capa blanca y capuchón
alto del color del tramo, el hermano mayor usaba capuchón blanco. Las varas de
mando estaban rematadas por el escudo de la Cofradía.
Los hermanos de fila portaban hachones eléctricos con una
pequeña bombilla rizada y pila de “petaca”, utilizaban la consabida túnica negra
y capuchón alto de raso, del color del paso al que acompañaban y con el escudo
de la cofradía en el babero.
Sin embargo
los porteadores de los pasos (¿Cómo les llamarían?) usaban capillo bajo, este
no era de raso y tampoco llevaba escudo y
en vez de cíngulo ceñían un cinturón del mismo color que el capillo. Todo
ello, seguramente, con la intención de procurar comodidad y facilitar la visión
a los que tenían que realizar el esfuerzo de llevar los pasos. Los pasos de
esta Cofradía procesionaban sobre ruedas y los porteadores los empujaban desde
el exterior y por supuesto, también, desde el interior.
Hemos de tener en cuenta que eran pasos de gran tamaño y
muy pesados (no había aluminio), iban profusamente adornados e iluminados con grandes faroles o como
en el caso de la Virgen de la Amargura por una espectacular candeleria.
Toda la iluminación de los pasos llegó a ser eléctrica,
al igual que los hachones de los hermanos de fila, y esto suponía un peso extra
debido a las grandes baterías que tendrían que usar, no solo por el recorrido
tan largo que hacían si no que también, y fundamentalmente, por la baja
tecnología que había alrededor de los sistemas de acumulación e iluminación (no
existía ni el LEED ni el ion-litio).
Todos los que participaban en
la procesión se vestían en aquel comedor, que todavía hoy existe aunque no se
utiliza como tal, y que se encuentra a la derecha del “castillo”.
Los participantes formaban por tramos en la calle
principal de la Fábrica, a lo largo de esta calle se situaban los hermanos de
fila con sus hachones, faroles y estandartes, los porteadores de los pasos y
sus escoltas, Policía Armada, Guardia Civil, Cabos-gastadores del cuartel del
Milán y Escuadra de Gastadores de la escuela de aprendices, todos ellos con sus uniformes de gala y en
perfecto estado de revista.
Acompañaban la procesión (pese
a ser de silencio) las bandas de cornetas y tambores del Cuartel del Milán y la
de cornetas, tambores y gaitas de los aprendices de la Fabrica.
Para la ocasión la Escuadra de
Gastadores de los aprendices luciría sus magníficos uniformes de gala, gorra de
plato azul marino con el escudo de artillería y cordoncillo rojo, guerrera azul
marino con una hilera de botones dorados, “cadetera” roja, guantes blancos, manoplas
de charol blanco y cinturón con correajes también de charol blanco. Y naturalmente el arma reglamentaria,
el “Fusil Oviedo” que sería portado a la “funerala”.
Numerosos niños, casi todos
hijos de obreros, participaban también en la procesión y lo hacían con habito
negro, capellina del color correspondiente al paso que acompañaban y la cara
descubierta.
La participación era tan
numerosa que hacía casi imposible el que
los últimos pudieran ver a los primeros, sobretodo si tenemos en cuenta
que la calle principal de la Fabrica tiene en su tramo final un poco de
pendiente, de hecho ocurría con
frecuencia que, iniciada la procesión en su cabecera, aun estuvieran
preparándose los tramos finales.
Sin embargo sospecho que la organización era perfecta tal como
cabria esperar de un establecimiento militar, sin duda, todos sabrían que hacer
y donde ponerse en cada momento, y es de suponer que no serian instrucciones lo
que se darían sino ordenes. Allí no mandaba todo el mundo, seguro.
El primer paso del que dispuso la Cofradía fue la Oración
en el Huerto, heredado de la anterior etapa y que, como ya hemos visto, era el
único paso que salía en la procesión del Silencio en los años anteriores. Era un
paso espectacular por sus dimensiones, constaba de 5 imágenes a tamaño natural
estructuradas en dos planos, en el de delante está Jesús Orante arrodillado,
frente a Él el Ángel Confortador, elevado sobre un árbol, con el brazo derecho
alzado y el dedo índice señalando al cielo y un Cáliz en su mano izquierda. En
el plano inferior de atrás están los tres discípulos (los dormilones) Pedro,
Santiago y Juan, este último mantiene una posición única.
El árbol sobre el que se situaba el Ángel (realmente el
árbol se ponía detrás del Ángel) era natural y procedía de los terrenos y
huertas que había en el recinto de la Fábrica, hay que recordar que no existía la autopista “Y griega” y el
muro exterior de la fábrica llegaba hasta el muro del cementerio de la Iglesia de Santullano (San Julián de
los Prados), como curiosidad decir que entre ambos muros había un estrecho
camino que en la época resultaba un tanto peligroso.
A este paso le correspondían los capuchones blancos
(quizás era así como procesionaba en la etapa anterior a la Cofradía del
Silencio).
En 1955 se incorpora a la procesión el paso de la Virgen
de la Amargura (hoy Mª Santísima de la Amargura). Hasta hace un par de años
desconocíamos el nombre del autor, sin embargo el testimonio de un buen amigo,
que lo fue también del autor, me permite asegurar sin ninguna duda que es obra
del escultor natural del concejo de Salas, Manuel García al que conocían como
“Manolin el santeiru”. En aquellas fechas, La Virgen de la Amargura, salía
tocada con manto de damasco rojo y saya blanca y era acompañada por capuchones
de color rojo.
A partir de 1956 saldría también el paso de Santo Cristo
de la Piedad acompañado de capuchones morados, que data del siglo XVIII y del
que es autor Antonio de Borja. Para su salida procesional se construye en
dependencias de la fábrica un majestuoso trono de madera tallada, en cuyas
esquinas unas capillitas daban cobijo a cuatro pequeñas imágenes. Estaba
iluminado por cuatro grandes faroles de marcado carácter barroco.
Esta imagen se encuentra actualmente en la segunda
capilla lateral derecha de la Iglesia de Santa María la Real de la Corte.
Por último, en 1957, se incorpora el paso del Santo
Cristo Flagelado (Nuestro Padre atado a la columna, que era como se le llamaba
entonces), impresionante imagen de tamaño natural también tallada por el
escultor Manuel García. Hoy en día
es el titular de la Cofradía, si bien no lo fue en la época anterior,
curiosamente es la única imagen que no está representada en el escudo de la
cofradía (Cruz, Cáliz y Corazón traspasado por siete puñales). Lo acompañaban
los capuchones de color verde.
En la actualidad, estas imágenes, se encuentran al culto, en la primera capilla lateral
izquierda de la iglesia de la Corte, donde siempre las conocí y donde se puede
ver también el antiguo escudo de la Cofradía del Silencio junto a la placa que
conmemora la restauración de la capilla por parte de la cofradía en 1956,
siendo hermano mayor de la misma el Coronel-director de la Fabrica D. Antonio Uria
Riu.
Fue en esta década de los 50 en la que la Cofradía del
Silencio, y el resto de cofradías ovetenses, alcanzan sus momentos de mayor brillantez y prosperidad.
Es de destacar el enorme ritmo de crecimiento de la Cofradía
del Silencio que, en solo cuatro años, logró poner en la calle cuatro pasos,
cifra no alcanzada por ninguna otra cofradía, y centenares de capuchones con
todo lo que eso conlleva, fabricación de tronos, hábitos, estandartes, faroles,
hachones, varas…. ¡qué os voy a decir yo a alguno de los que leeréis esto!
Coincidiendo con la llegada en 1957, a la dirección de la
Fabrica, del coronel D. Luis González Abela, quizás menos entusiasta de la
Semana Santa que sus predecesores en el cargo, se detiene el vertiginoso
crecimiento de la Cofradía, quedando en el camino otros dos pasos.
Con ellos se pretendía completar los misterios dolorosos
del Santo Rosario, Jesús con la Cruz a cuestas y la Coronación de Espinas.
Entre 1959 y 1962 la Semana Santa de Oviedo alcanza
importantes cotas de esplendor.
La Cofradía del Silencio comparte con la Cofradía del
Salvador de los defensores de Oviedo y la Celeste, Real y Militar orden de
Nuestra Señora de la Merced la
salida de su procesión en la tarde-noche del Jueves Santo. Acordando, las tres
cofradías, el horario de salida de sus procesiones respectivas con el fin de
realizar su paso, una detrás de otra, por la Plaza de la Escandalera, donde
además se instalaba la tribuna de autoridades.
La primera en pasar por esta“carrera oficial” era la Cofradía
de los Defensores de Oviedo, tras ella lo hacia el Silencio y ya por ultimo la
Cofradía de la Merced, como diría aquel famoso matador de toros: “ en dos palabras… im
– presionante”.
En 1959 se
constituye la Empresa Nacional Santa Bárbara de Industrias Militares y le son
concedidas las fábricas de procedencia militar, entre ellas está la de Oviedo
que pasa a depender, definitivamente, de Santa Bárbara en 1962. Los directores
y jefes seguirán siendo militares hasta la década de los ochenta, pero esto
significaría el principio del fin…
La Cofradía del Silencio y la Semana Santa ovetense
conocieron su peor momento a finales de los años 60, coincidiendo, además de
con otros importantes factores, con este cambio de titularidad. A partir de ese
momento el número de pasos que la Cofradía del Silencio sacaba a la calle fue
reduciéndose paulatinamente…
Y concretamente fue el año 1968 el último año que la
Cofradía del Silencio salió con sus imágenes en su estación de penitencia, era
director de la Fábrica el coronel D. Francisco García-Blanch Oltra.
Durante las siguientes décadas fue la Fábrica de Armas la que almacenó todos
los enseres de la Cofradía junto con documentos, tronos y alguna de las
imágenes, lamentablemente la desidia de unos y la falta de interés de otros,
hizo que la perdida fuera irreparable.